Me siento respirar… escucho el latir de mi corazón y descubro mis ritmos naturales.
Pero no solo los que me marcan con inteligencia mi cuerpo, sino mis
ritmos naturales relacionados con el entorno. El entorno y yo nos
comunicamos y entre los dos generamos un tempo de balanceo. Una relación
de respeto que atrae hacia mí lo más adecuado.
Pero esto solo ocurre si sigo el ritmo natural.
Porque también descubro que tengo ritmos artificiales.
Ritmos impuestos que no han surgido de lo que por naturaleza necesito
sino que vienen de otras necesidades. Necesidades escondidas entre la
tecnología, el progreso, la economía, la religión… Y los ritmos
artificiales me pesan. Y esos ritmos artificiales me llevan a pensar en
exceso, a intelectualizar a tal punto lo que creo que necesito que cubro
bajo una trama de ritmos y necesidades artificiales mi verdadera
naturaleza instintiva. Y el peor engaño que descubro es que lo
artificial, de tanto repetirlo, me lleva a creer que es natural. No
quiero esa silla… quiero sentarme en el suelo.
Ya lo dicen los entendidos en la relajación: "Respirar es ante todo llevar el timón de las propias sensaciones y, después, el viaje es infinito."
ResponderEliminarPues claro que si! en mi caso, aprender a respirar abdominalmente, me ha llevado hacia un lugar de verdadero descanso. A veces, del mundo. Y otras de mi misma. Gracias por llegar hasta aquí
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