Fotografía de Cesar San Millan Agüera |
La tristeza llego a la raíz. Como el humo de un brasero asesino mato la felicidad sin que me diera cuenta. Desnudó al sentimiento sin piedad, obligándome al llanto que con esmero escondo. Reviví en segundos cada parto evidente, y también los otros partos vitales que el propio crecer de los hijos nos deja. Macabra impotencia me deja esta distancia de afectos tan tan primarios… Mis amados hijos… que tan lejos tengo…
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