La respuesta es evidente, pero las sensaciones no.
Los condicionamientos sociales aplastaron mi levedad que se resquebrajaba escuchando en planos olvidados de mi cabeza los gritos de los otros: ¿porque?
La aceptación y obediencia de mansos corderos (a veces malolientes) ante las exigencias estúpidas que nos proponen , se me vino encima como un tsunami devastador. La inmoralidad de los vericuetos en que nos meten y…¡no hacemos nada! Porque tenía que elegir entre zapatos o comida?
Fue la tarde en que lloré. Y lloraba por mi y por los otros, llenándose mis ojos de tantas lágrimas que se curó la ceguera. Decidir andar descalza en mi casa y en el corazón de los demás para sentir su suelo, su sosten, así sea vidrio o estiercol lo que pisara.
Girában a mi alredodor las imagenes de los necios que sonrien, de los amores por conveniencia, los culpables publicos y los que ocultan su culpabilidad esperando no ser descubiertos amprados en un sistema especialmente rasposo….
Y en esta soledad en la que pensaba que no había complices , me encontre con muchos que a pesar de no saber donde acaba el tunel de la figuración decidimos seguir hacia adelante.
Hoy tuve una crisis, la crisis de los zapatos. Hoy, vencí… los condicionamientos no me pudieron
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