
tampoco es el ruido del mar que conozco sino el de
otra quietud que embrutece escribir.
Nada sabe mi lengua de tu lengua y sin embargo hubo
alguna vez un deleite estremecedor y austero que ya
no recuerdo.
La casa se asombra entre las llamas y nadie está
conmigo, por casualidad arden mis ojos y llueve mucho
afuera y nada puede ser si tú previamente no lo
invocas.
Nada ha cambiado en aquel cuerpo que no me atañe y
requiere de una bondad similar a la tuya.
Parece embuste esta compasión.
Llegan de muy lejos los pájaros…
http://luismiguelrabanal.wordpress.com/2014/11/12/nada-ha-cambiado-desde-el-ultimo-dia/
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