mientras te espiaba desde
el marco
de aquel cuadro de Amárica.
Tenía a Beltrán de Otazu atado a la pata
de un banco de roble de Eslavonia,
para que tallara con celo ese perfil
que tanto me gusta mirar todas las tardes a las seis.
Seguiré jugando a que cambio lo imposible
mientras mis manos, aún huelen a ti.P.T.F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario